¿CÓMO SE PUNTUAN LOS VINOS?

Hoy en día, las puntuaciones afectan directamente las fortunas de las bodegas del mundo entero y merece la pena echar un vistazo a los sistemas, sus orígenes, su historia y su papel en la actualidad vinícola.

El origen de los sistemas numéricos actuales data del año 1959 con un sistema de 20 puntos desarrollado por Amerine y Singleton que no iba destinado al uso público, sino que fue un ejercicio académico/técnico para intentar evaluar vinos de una manera puramente objetiva.

El método original ideado por estos investigadores de UC Davis, Meca de la enología norteamericana, daba un máximo de 20 puntos usando la 'ficha Davis':

A la vista : turbio=0, limpio=1, brillante=2
Color : defectuso=0, ligeramente defectuoso=1, correcto=2
Aroma y buqué : vinoso=1, claro pero no varietal=2, varietal=3 o 4 [restar 1-2 puntos para aromas defectuosas, añadir 1 punto para buqué de botella]
Volátil : obvio=0, poco=1, nulo=2
Acidez total : demasiado alto/bajo según tipo=0, ligeramente defectuoso=1, normal=2
Dulzor : demasiado alto/bajo según tipo=0, normal=1
Cuerpo : demasiado alto/bajo según tipo=0, normal=1
Sabor : defectuso=0, ligeramente defectuoso=1, deseable para el tipo=2
Amargor/astringencia : elevado=0, ligeramente elevado=1, normal=2
Calidad general : nula=0, un poco=1, impresionante=2

Hoy nadie duda de que las puntuaciones de las publicaciones más relevantes como 'The Wine Advocate' de Robert Parker, 'International Wine Cellar', de Stephen Tanzer, 'Wine Spectator', 'Decanter', 'Wine', 'Vinum', 'La Revue du Vin de France', WineToday.com y elmundovino.com, no son tan sistemáticas ni objetivas cómo pretendían Amerine y Singleton, sino más bien subjetivas y reflejan los gustos e interpretaciones personales del catador o catadores. Es lógico. No se trata de una evaluación científica, sino cualitativa y organoléptica, y eso implica la subjetividad.

Tras la iniciativa de Robert Parker, el sistema de 100 puntos es hoy muy frecuente en el escenario internacional. Parker, 'Wine Spectator', Tanzer, José Peñín y otros emplean sistemas sobre 100 puntos que, en fin de cuentas, pueden ser muy diferentes entre sí: no olvidemos que para Parker, Tanzer o WS un 50/100 equivale a un cero, mientras que en la principal revista gastronómica española, 'Sobremesa', se va verdaderamente de cero a 100.

El sistema Parker está inspirado en el método norteamericano de calificación de los exámenes escolares, en el que un 70% de acierto es el límite del fracaso y un 100% la perfección absoluta. La puntuación Parker tiene un importante defecto, según Brandt Lewis: "El número de puntos que recibe un vino está normalmente basado en cómo queda el vino en comparación con otros vinos 'memorables' que el autor ha catado previamente, con lo que cada vez que prueba un vino 'perfecto' o 'casi perfecto', el listón sube inflando el propio sistema de puntuación".

El sistema de puntuación europeo de 20 puntos parte del que introdujesen la revista y la guía francesas 'Gault-Millau' muchos años antes (1970) de que nadie empezase a utilizar los números para calificar, primero, los restaurantes, y más tarde, los vinos. Se inspiraban en el sistema escolar francés, en este caso incluye los medios puntos y se convierte, así, en una escala bastante detallada con un máximo teórico de 40 notas diferentes que califica los vinos de la siguiente manera:

19 y 20 Vino extraordinario, de clase mundial por su hondura, complejidad y potencial longevidad.
18 y 17 Gran vino en todos los sentidos. Un clásico.
16 y 15 Muy buen vino con equilibrio, fruta y estructura notables.
14 y 13 Un buen vino, por encima de la media
12, 11 y 10 Vino correcto.

Donde más se nota las diferencias se encuentra en los extremos del gráfico. Mientras Parker cuentn con dos categorías en la parte superior de la tabla, tanto Peñín y Gourmets como UC Davis cuentan 'Extraordinario' y 'Excelente' como una sola. Ocurre algo similar en la parte inferior, donde cuatro de los sistemas citados ignoran por completo la categoría "Defectuoso" y en la práctica casi todos (Parker incluido) dejan fuera los vinos de más baja puntuación (Regular y Defectuoso).

Como siempre, por su enorme influencia en el mercado, el más polémico sigue siendo Robert M. Parker, Jr. Como bien explica Brandt Lewis, "El sistema de 100 puntos no empezó con Robert Parker y The Wine Advocate , cuyo método no tiene ninguna pretensión de ser objetivo. Es puramente hedonista y totalmente arbitrario". Como hemos explicado, el sistema Parker se basa en 100 puntos, pero como nunca se puntúa por debajo de 50, resulta ser un sistema de 50 puntos técnicamente 'útiles' y como en la práctica los vinos de menos de 70 puntos aparecen muy infrecuentemente, la gama de posibilidades reales se reduce a sólo 30.

Otro elemento siempre discutible de Parker es el apartado de los vinos "buenos", que sólo disponen de un abanico de 10 puntos para pasar de lo apenas correcto a lo casi excelso: Según The Wine Advocate : "un poco por encima de la media" [80-81], "un buen vino" [85-86] y "un vino muy bueno" [88-89].

Por supuesto hay otras fórmulas no numéricas y variaciones. WineToday.com, por ejemplo, utiliza el método de estrellas y medias estrellas [0-5]; el Anuario de 'El País', el de racimos [0-4]; la revista inglesa 'Decanter', de cero a cinco estrellas, mientras otros optan por una calificación de más o menos "recomendable".

Mientras las puntuaciones numéricas resultan fáciles para el público en general, los sistemas de Parker, Wine Spectator y compañía también tienen sus contrarios. Hace poco preguntaron a la reputada periodista británica Jancis Robinson su opinión de los sistemas numéricos y respondió: "Una pena, una pena. Dado que catar vinos es la actividad más subjetiva que la mayoría de la gente jamás encuentra, ¿porqué tomar el punto de vista de otro?"

Otro escritor británico, Hugh Johnson, autor de la Pocket Encyclopedia of Wine y otros muchos libros sobre vino, es aun más tajante. Para Johnson, el sistema de los 100 puntos es una farsa, "basado en el extraño sistema escolar norteamericano, en el que 50 equivale a cero". Johnson, que emplea el método de 1-4 estrellas en sus libros, argumenta que "el gusto es demasiado variado, demasiado sutíl, demasiado evanescente y demasiado maravilloso para ser reducido a un juego pseudocientífico de números". Para rizar el rizo, el amigo Hugh nos ofrece (no sin cierta ironía) el sistema Johnson que permite medir el 'nivel' de un vino si a tí te apetece:

olfatear la copa una vez (puntuación mínima)
tomar un sorbo (el siguiente nivel)
dos sorbos = un mínimo de interés
media copa = un cierto titubeo
una copa = tolerancia, quizá aprobación
dos copas = te gusta (o no hay otra cosa para beber)
la botella entera = satisfacción total
dos botellas = un vino irresistible
una caja = un vino maravilloso
etcétera, hasta el máximo teórico posible del sistema ...
las ganas de beberse la producción completa de la viña

La argumento principal de Brandt Lewis es que los sistemas numéricos actuales son "hedonistas y totalmente arbitrarios" y por tanto representan la cara opuesta de la objetividad académica ideado en UC Davis. Pero, como dijo Jancis Robinson, catar es una actividad subjetiva y hasta la 'ficha Davis' originaria deja lugar para apreciaciones en cosas como la 'calidad general'. Además, un poco más tarde, el propio Amerine publicó junto con Edward B. Roessler lo que hoy se llama la 'ficha Davis modificada', que deja algo más de margen para las apreciaciones del catador, aumentando el valor máximo de 'aroma y buqué' hasta los seis puntos y eliminando por completo el apartado de 'acidez volátil'.

Al fin y al cabo, las valoraciones de cualquier sistema deben ser simplemente una referencia, un punto de partida para el consumidor y aficionado al vino, que puede formar sus propias opiniones a continuación y valorarlo, como dice Hugh Johnson, "como a ti te gusta".